
Hay dudas muy recurrentes en las mentes de todos los hombres: ¿Me ve Dios? ¿Me está escuchando? ¿Me va a responder? ¿Le estoy importunando? ¿Querrá contestarme?
La Biblia está llena de ejemplos en que Dios se ha enternecido con las necesidades de la gente, haciendo milagros inmediatos.
La verdad es que cuando vemos el tamaño de nuestro problema, pensamos que es demasiado grande para ser solucionado o demasiado pequeño para que le importe. Quiero darte buenas noticias: a Él le importa todo que tiene que ver con nosotros – ¡TODO!
No solamente le importa como quiere darnos bendiciones y soluciones. No obstante, el camino de la respuesta no es siempre inmediato o exactamente como pensamos. En todo, podemos confiar que su respuesta es la mejor opción, pues limitados, desconocemos todas las partes de una sola situación.
La respuesta puede ser inmediata como en este texto de Mateo 8:
8 Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente.
2 Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.
3 Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció.
La respuesta de Dios también puede ser en forma de un camino de altos y bajos. En algunas situaciones es el único medio que tiene de tener nuestra atención de forma continuada. Cuáles son algunas probables razones para una respuesta que tarda en nuestra perspectiva. Es importante saber que Dios nunca «tarda», sino que sus tiempos son diferentes por las siguientes razones:
- como ya he dicho, para obtener nuestra atención
- quiere mostrarnos otras facetas de su caracter mientras pasamos por la prueba
- el tiempo no es el correcto y por varias razones hay que esperar
- hay otra solución mejor que la deseada y tenemos que tener un tiempo para darnos cuenta
- mientras pasamos por la prueba Dios moldea nuestro carácter
- para que le demos el control de nuestra vida

Estas son algunas razones por esperar. También me gustaría decir que debemos orar siempre y confiar en milagros inmediatos. ¡Dios hace milagros! Nunca dejemos de confiar en ello. Pero estemos siempre preparados para esperar, no preguntándole a Dios el «por qué», sino «para qué».
Dios es un Dios de milagros. Confiemos.
Mara