
¿Alguna vez has sentido que la vida pasa demasiado rápido y que tus metas parecen quedarse siempre en la lista de pendientes? Esto me recuerda a la película A Man Called Otto (con Tom Hanks), en la que una mujer al borde de los 50 reflexiona sobre todo lo que aún no ha logrado, como su sueño de ver París en primavera. En ese momento, decide que no va a posponer más su vida.
La procrastinación, o dejar para mañana lo que podemos hacer hoy, es un hábito que afecta tanto nuestra salud emocional como espiritual. Aunque algunos estudios sugieren que la procrastinación a menudo está relacionada con el miedo al fracaso o la baja autoestima, la Palabra de Dios nos ofrece una perspectiva más profunda y transformadora: debemos aprovechar el tiempo que se nos ha dado porque la vida es un regalo.
¿Qué dice la Biblia sobre la procrastinación?
- El trabajo trae frutos:
Proverbios 14:23 dice:
«En toda labor hay fruto, pero las palabras vanas conducen solo a la pobreza.»
Cuando postergamos las acciones necesarias, perdemos oportunidades de crecimiento y bendición. Dios nos llama a ser diligentes en nuestras tareas, sabiendo que el esfuerzo tiene su recompensa. - La vida es breve:
Santiago 4:14 nos recuerda:
«No sabéis lo que será mañana. Porque, ¿qué es vuestra vida? Es como una neblina que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece.»
La procrastinación nos roba momentos preciosos. Cada día es una oportunidad única que no volverá. - Somos mayordomos del tiempo:
Efesios 5:15-16 nos exhorta a aprovechar bien el tiempo:
«Mirad, pues, con diligencia cómo andáis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.»
Dios nos ha dado tiempo para vivir con propósito y cumplir Su plan para nosotros.
Cómo dejar de procrastinar: 3 ideas prácticas
- Define metas claras y realistas
Es más fácil actuar cuando tenemos objetivos específicos. En lugar de decir “quiero ser más saludable”, establece metas concretas como caminar 30 minutos al día o preparar tus comidas de la semana. Proverbios 21:5 nos dice: «Los planes del diligente ciertamente tienden a la abundancia, pero todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza.» Planificar bien nos guía hacia el éxito. - Haz primero lo más difícil
Jesús nos enseña en Mateo 6:33: «Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.» Aplicando este principio, empieza tu día con aquello que más esfuerzo o concentración requiere. Priorizar lo importante, tanto espiritual como práctico, te libera de la carga mental que genera postergar. - Confía en la fortaleza de Dios
El miedo y la inseguridad suelen estar detrás de la procrastinación. Filipenses 4:13 dice: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.» Cuando dependemos de Su poder y no solo de nuestras fuerzas, podemos avanzar incluso en las tareas más desafiantes. Ora antes de empezar cualquier proyecto y pide sabiduría para administrar tu tiempo.
Conclusión
Posponer no solo nos roba productividad, sino también el gozo de vivir plenamente en el propósito de Dios. Hoy es el día para actuar. Esa meta que has dejado de lado, ese sueño que siempre pospones, puede comenzar a cumplirse paso a paso.
Recuerda, la vida es corta, pero cuando la vivimos para Dios y con diligencia, cada día cuenta para algo eterno. No esperes a que sea demasiado tarde para comenzar a vivir.















